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  • Foto del escritorBRUNCH

MARTÍN MOUREU

Noticias de la Belle époque


Donde se cierra una puerta no siempre

se abre otra. Estos axiomas nunca funcionan

con certeza, pero cierta gente termina

haciéndoles caso. Anotan la doble oración

en una libreta, repasan la amenaza, absorben

la alegría de mostrarse fuera de límites.

En verdad, se trataba de un portón mal cerrado

un viejo garaje desde donde aún puede

olerse la densidad de un grupo de jóvenes

en su intento de darle nombre a una banda

de rock. El mundo se parecía y mucho

a este vapor caliente que atraviesa la ciudad;

los árboles apenas recortados por una bruma

venida de antiguos canales de riego, y donde

las estructuras parecieran formas ebrias,

ahora dispuestas como cáscaras de edificios

a medio deshacer, tras el choque entre

la imagen de la nueva fundación y la raíz

cuadrada de la antigua modernidad. Alguna

vez, la idea de usurpación pareció una fuente

propicia de materia prima, y por eso mismo

un grupo de talentos en vía de desarrollo

pertenece a un hormiguero que no se somete

a ninguna ley ni se deja planificar, y así

volverán a triunfar sobre una humanidad

oscura, e impenetrable. Los cambios

llegaron demasiado rápido. Ya los vecinos

no preguntan por la contaminación sonora,

y siquiera se muestran interesados

por los horarios de ensayo. Plantado

el fresno, ya sobrepasó el garaje; ahora

es sencillo pasar una aguja por un camello,

mientras el desierto interrumpe cualquier

trabajo esclavo. Pensabas que un árbol

jamás crecería a tu ritmo. No hay asunto

que no pueda sobrestimarse. Bien, los poemas

siempre vienen de otro mundo, y nadie

está preparado para ignorarlos, como si

amasáramos un sonido mixto, una estación

perenne, la puesta a punto de un instrumento

cuya sensación participa del abandono

repentino. Cerrá la puerta, porque todo cambió.

Las iglesias dieron un vuelco, y ahora son

depósitos de aire fresco. Los garajes

fueron arrancados de una lista de nombres

propios. Ya nadie toca música en ellos.

Mi respiración, y el aire que se fuga,

no parten de la misma novedad.


Moureu (Argentina, Pcia. de Buenos Aires, Ayacucho,1976)




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