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MARIO ARTECA

Foto del escritor: BRUNCHBRUNCH

I

Joseph Brodsky

(montaje sobre un texto leído por el poeta ruso, en la Feria del Libro de Turín, Italia, en 1988)


1.1. (plan de lectura)

“Hace un siglo Nietzsche perdió

la razón en Turín, y todo cabe

en una cinta de Moebius.

Lo perdurable es un aspecto

en este negocio, porque afecta

la existencia de un autor muerto

más allá de los límites,

y suministra a un autor vivo

un futuro más amplio.

Los libros son pequeños

y los peores duran más

que sus autores. A menudo

ocupan estantes y polvo,

mucho después de que el propio

escritor se haya convertido

en un trozo de partícula.

Pero aun esta forma de futuro

es mejor que la memoria

de unos cuantos parientes

con quienes no se puede contar.

El apetito por esta dimensión

póstuma pone la pluma

en movimiento.

Y mientras manipulamos objetos

tocamos lo primero que surge:

urnas y cenizas. Ya regreso.

Lo que se incluye en la escritura

es la vida de un hombre. Analizar

es un ejercicio de morir en más

de un sentido. Al concebir un libro

nadie se vuelve más joven, ni tampoco

por leerlo. Igual, hay una preferencia

natural por los libros buenos. Pero

lo “bueno” no es una categoría

autónoma. Es la raison d’être

de los actos en los que se toma parte.

Leer libros lleva tiempo. Debemos

arbitrar un sistema que permita

cierta apariencia de economía. No

se puede negar el placer de encerrarse

con una novela mediocre, gruesa y lenta;

podemos complacernos de esa manera

sólo hasta cierto punto. Al final,

leemos no por leer sino para aprender.

De ahí la necesidad de concisión,

de condensación, un atajo. Una

brújula en el océano de la materia

disponible. El papel de esa brújula

lo desempeña la crítica. Por desgracia,

la aguja oscila sin sentido. Lo que

para unos es norte, para otros será sur.

El problema con el crítico es triple:

a) puede ser un escritor tan ignorante

como nosotros; b) puede tener

predilección por cierto tipo de escritura

o acomodarse a la industria editorial,

y c) si es un escritor de talento,

convertirá las críticas en una forma

de arte independiente. Uno puede

acabar leyendo los comentarios

más que los propios libros.

En todo caso, nos encontramos

aferrados a una balsa cuyo

volumen de flotación no es seguro.

La alternativa sería desarrollar

el gusto propio, fabricar nuestra rosa

de los vientos. Esto supone tiempo,

y bien podría uno encontrarse

viejo y gris buscando la salida

con un tomo bajo el brazo.

La alternativa será la opinión de un amigo,

una referencia encontrada en un texto.

Porque se trata de un procedimiento

familiar a todos, desde la niñez,

otra tempestad en el océano.


Arteca (Argentina, Pcia. de Buenos Aires, La Plata, 1960)




 

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