VIII
Rasando el muro se provee la norma. A poca distancia, se sedimenta en
el tiempo la oquedad del alfabeto desusado, los enhiestos signos que el
alcohol enhebra en todas las distancias que se pretenden zurcar; las letras
y su siempre férrea constitución dual que irrumpe en la garganta terrosa,
en la orfandad que penetra como el fuego impar, en la lengua aplicable a
la poesía que deshizo la siempre misma disimilaridad sedienta en el tiempo
desocultado. ¿De qué es mendiga esta gota? ¿Cuál sus dañerías?
Transparece, y aquella luz no usada sirve al bebedor para letrear aquello
que en el jardín arruinado se ofrece para señalar la experiencia anterior.
Todo se perdió y todo recomienza. Siempre así. Indiviso así. Astillado y
de obscuro temblor. Con forma de palabras, como aquella vez de la ardiente
redundancia arcaica e insanable del primer modo escrito, como los tropiezos
del lenguaje, como todo aquello que las cenizas juntan para decir, como todo
aquello que cenizar hace falta.
Temulento, el alfabeto del golpeado parlador redime sus incongruencias,
salpica suplicas; orada, en tenue luz, la siempre primaria palabra que actúa.
El hundimiento permitido será aquella etapa a recordar; lo chiquito del día,
la primer estructuración donde aquel acto de habla desempeñó su siempre
cauta y callada definición; su estéril intento, su siempre firme intensión de
decir. Conversación muda ante la inminencia de los ojos secos, expectantes.
¿A quién atisbas con tu sordera que me oye, con tu mudez que me asorda?
Áspera extensión, velas gastadas, y el peregrino que siempre regresa sobre
sus pasos. Acota su deseo, sueña en silencio (y calla). Avanza por donde toda
carencia manifiesta su propósito. En señal de oscuridad, en hojas de piedra y sal,
en los ancianos caminos se juegan los abecedarios astillados y de opaco espanto.
En el espacio del osario una plegaria que se quiebra, una oración que se derrumba.
En los alfabetos bajo el polvo ajado de la revelación donde la palabra se vuelve cosa
que obra. Polvo al polvo lo que permanece, incluso después de la fe.
Peralta (Argentina, Pcia. de Buenos Aires, Avellaneda, 1978)
Comments