El Graal
El mar destila incertidumbre, la montaña perplejidad; y el propio cuerpo no abandona, por nada del mundo, su secreto. El viaje se volvió errabundeo, y el aura solitaria, retirándose, nos transformó en manada. En la llanura inmóvil el cansancio nos visita: todo esto podía haber sido de esta manera o de alguna otra, el tiempo hubiese preferido correr para adelante o para atrás y abstenerse de salir, indiferente, la luna. Nos creeríamos perdidos, si fuésemos capaces, todavía, de distinguir un lugar. La mirada rebota, espesa;
ni reconoce ni interroga. Astillas turbias flotan entre la sombra que amenaza. Confusos, vacilamos: salimos a buscar no sabemos qué ya no nos acordamos bien cuándo.
Saer ( Argentina, Santa Fe, Serodino, 1937- 2005, Francia, París)
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