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  • Foto del escritorBRUNCH

JORGE AULICINO

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Si se vieron hasta peces en el cielo, ¿por qué

deberíamos dudar de la amplitud cósmica del

río? Lo vemos así, como de leche turbia,

y se nos hace que nada es más lejano

a la torpe pero suelta imaginación. El río

está sobre la tierra, el río canta de

hecho en la tierra un canto entero que no puede

llegar a los oídos en moléculas de

sonido sino en el murmullo indivisible y

pesado de un cuerpo que trata discretamente

de liberarse. Es un cello sordo. Es una cantiga

cuya música no tiene silencio. Es la materia

primitiva que se hamaca antes de estallar

y nada inconcluso hay en él, nada abierto ni

acogedor, aunque el agua se abra para que entre

la plomada, el cuerpo desnudo o los pensamientos

que caen como frutas oscuras, sin deshacer

la fuerte unidad de esa materia. Chozas entonces

y poblados y fábricas, depósitos y

solitarias casas tienden a agruparse y molestarse

en las orillas. Nunca tendrán la entereza del río.


Aulicino (Argentina, Buenos Aires, 1949)



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