Ya somos grandes, te dicen
y te sueltan para que ruedes.
Cardo ruso en el gris de la tristeza.
Golpeando en la intemperie
con un cuerpo sin amarras.
Grandes, me digo, son la soledad
la tormenta de agosto y
la Cordillera que crucé una vez.
Lo sabía la calma de Fernando,
que estiraba las horas en la tarde.
Ya somos grandes, te dicen,
y te clausuran los besos, y
con un guiño cómplice los sueños.
Te van corriendo a la vereda, dónde
asiste la noche que ya no te pertenece.
Grandes somos, pero no para la eternidad,
ni tampoco para esperarla. Desabrigado
de tu mirada, insistiré con el sol.
Lastima que empujes en invierno
con palabras de una verdad de nadie.
LoMenzo (Argentina, Buenos Aires, 1962)
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