La escritura es un cofre
Y ella quiere guardar allí
sus nombres amados,
comenzando por el propio.
Allí también anota cantidades
para que a fin de año los renos
le traigan lo que hay que traer,
ni más ni menos.
Escribe lobo, zorro, perro, gato
para estar rodeada de animales
al menos en el papel,
porque a ella, igual que a Colmillo Blanco,
la llama lo salvaje.
Escribe el título de una película
donde vio a una joven hacerse amiga de un dragón
y vencer en un mundo que parecía
que se iba a convertir en piedra.
Escribe el día de hoy.
Y yo escribo también.
Guardo en este poema sus primeras letras.
La guardo a ella, la mujer que comienza a escribir.
Guardo su pequeña mano
dejando ya su huella en el mundo.
Ruscio (Argentina, Buenos Aires, 1978)
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