2 de noviembre
Hace unas horas
operaron a nuestro hijo
él hizo que todo pareciera
así de fácil
porque jugó con los cables
y las luces metalizadas
como platos voladores.
Todos nos metimos en la nave.
Los doctores se sumaron a las carreras
de autitos y motos de juguete
que habíamos llevado.
Hubo choques embotellamientos
pero antes le contamos
cómo serían las cosas.
Evitamos pinchazo sangre duele
igual terminamos entregándolo
a ese hombre para que lo drogara
a la fuerza. Me arrepentí tanto
que cuando mi hijo dormía
lo llené de besos. Absorbí
con lentitud el olor a anestesia
que desprendía su aliento
para intoxicarme con él
e irme al fondo
de la piecita oscura de los sueños.
Pérez Arango ( Argentina, Buenos Aires, 1976)
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