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La manera que tuvo mi vieja de demostrarme su apoyo fue llenarme de comida. La primera semana me recordó cada una de las cuatro comidas diarias. Por la mañana me compró facturas y por las noches me peló con delicadeza las manzanas que comí con el cuerpo destrozado y el corazón agradecido.
La manera que tuvo mi viejo de acompañarme fue simplemente no decirme nada. Puro silencio. Y yo agradecida.
Santoro (Argentina, Pcia. de Buenos Aires, Caseros, 1984)
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