Tal vez lo que quede simplemente sea el hueso, el que hizo de sostén todo este tiempo, antes y después de la caída, de la aparición en medio de la tarde –como una maravilla de puro olor a jazmines–, el hueso, en medio de un cielo que no es cielo ni arte. ¿Porque cuántas vidas abarca una vida? ¿Cuánto amor puede guardar un cuerpo? Pero el hueso sigue ahí, en la espera, en la dicha, en el borde de tanto, como el ojo del tigre en la espesura o un destello infinito en el desierto.
Cervero ( Argentina, Buenos Aires, 1972)
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