podría alejar a los monstruos,
tender la malla sobre el agua azul,
cruzar la ruta en calma,
porque a veces basta con cantar bajito en la madrugada,
o planear ahorrando energía
como un ave rapaz cuando el sol ya subió.
no usaré la poesía para incendiar o plantar verdades
(ya sufrimos bastante).
hasta dónde, me pregunto en la arena,
con cada roce de la tela sobre la piel,
un universo jamás es único aunque alcanza para poder sanar.
con la cabeza en el cielo,
los pies firmes en la tierra,
como la montaña
que muestra su altura y profundidad.
Cervero (Argentina, Buenos Aires, 1972)
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