Mis ojos se desplazan y de pronto descubro al gavilán en una de las ramas del palo borracho. El follaje le tapa la cabeza y muestra únicamente el pecho y las patas. Está inmóvil. Solo la brisa mueve un poco sus plumas y confirma que no es parte del cuerpo del árbol.
Cervero ( Argentina, Buenos Aires, 1972)
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