A Mariela
Te soñé la primera noche de saber de tu muerte,
tu imagen como en las fotografías que circularon en redes,
con esa mirada que atraviesa muros.
Para recordarte esa tarde había elegido otra,
una en que sonreís entre girasoles, o más bien,
prometés una sonrisa con los labios
mientras tus ojos van más allá del amarillo,
del campo lleno de luz,
de la dirección de la siguiente carcajada
en este universo o en otro tal vez.
Hoy vuelve el camino del río
o el canal de esa charla sobre los cuerpos,
la falta de fuerzas que parecía imposible en vos,
fragilidades de la conciencia en el desvelo,
el miedo a perderse en los vacíos.
Pero quién sabe, mi niña, después de tanto,
cuál es la luz y cuál la sombra,
cuál es la gracia de este lado todavía,
cómo se mira de otro modo en el otoño del mundo
cuando el vuelo es a pleno,
sin otro plumaje ni peso que la vida después.
Cervero ( Argentina, Buenos Aires, 1972)
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