Nada dejaría de sonar mañana,
encaramada a la premura del invierno que termina.
Como una caricia al lomo de la gata se desprende
su actitud sobre los días.
La suavidad que se alarga por unos segundos y permanece
después del aire,
el privilegio de esa piel.
Luego será el perfume para aliviar el salto, o disfraces
de sabor abrillantado.
La fruta. Aunque dicen
que sólo es cáscara.
Cervero ( Argentina, Buenos Aires, 1972)
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