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VALERIA CERVERO

Nada dejaría de sonar mañana,

encaramada a la premura del invierno que termina.

Como una caricia al lomo de la gata se desprende

su actitud sobre los días.

La suavidad que se alarga por unos segundos y permanece

después del aire,

el privilegio de esa piel.

Luego será el perfume para aliviar el salto, o disfraces

de sabor abrillantado.

La fruta. Aunque dicen

que sólo es cáscara.


Cervero ( Argentina, Buenos Aires, 1972)



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