vislumbro tu espalda
y de rodillas
te pido que apagues esa lámpara,
tu corazón de luz me dejaría
en las tinieblas del mundo
de luz que no comprendo.
Un cáliz de sangre ardiendo
en la piedad se ofrece
a salvarme y sin embargo
me dejaría en la sed
de la sed
o, más terrible,
en la sed del día después
de haber bebido.
No aparezcas,
no tendría medida.
Te perdería buscando
el secreto de un cuello estremecido
entre mis labios.
No tengo más cuerpo que mis ansias.
No te presentes,
soy una sola dentellada,
donde mordió el dolor
la sangre fluye eternamente
amarga.
Sigo bebiendo.
Hasta que el primer rayo del alba
llegue a mi mesa
y mezcle mis cenizas con el ámbar
de tus ojos,
amor,
piedad
para quien siempre está en vigilia
y siempre sueña.
Villalba (Argentina, Buenos Aires, 1956)
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