He expulsado casi todos tus tejidos y tu sangre.
Expulsar
es la palabra que se usa en estos casos.
Aunque yo preferiría decir que te ibas yendo.
Tendría que haber juntado esos restos tuyos,
haberlos puesto en la tierra. En el jardín,
con los huesos de los perros. Pero no:
abrí la ducha y me quedé mirando
los dibujos que hacías en el agua.
No hay manera -te dije- de estar en este mundo
sin algunas partes duras.
Castresana (Argentina, Pcia. de La Pampa, 1979)
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