top of page
Buscar
Foto del escritorBRUNCH

RUBÉN PAZ

Cuatro maderas remachadas


Testarudos y con empeño recorremos el cuerpo de un amante. Lo escuchamos gemir y más hundimos la lengua en la brújula escarlata que se apodera de su cuerpo. Queremos oler todos los perfumes liberados por su bendita noche, que es también nuestra noche más maldita.

Como una roca sin pulir, como un tronco sin modelar, acariciamos ese cuerpo para darnos cobijo entre sus rincones, le damos una vuelta de cuerda más a un reloj finito, un golpe de frío a la fibra inerte de sus ojos cerrados. Acoplamos los ánimos, nos encendemos con sus rugidos lobos, nos perforamos en un todo, con la nada y creamos un mundo imposible, escalera de Escher.

Transitamos sus momentos, con nuestros estacionados e invisibles segundos de risa y fiebre. Entonces, ahí, con cariño, con ritmo, sin prisa seguimos insistiendo en hacer y hacer.

Y hacemos, nos hacen.

Provocamos espasmos, nos aturdimos con sus gritos, nos acomodamos a un silencio que nos ata la lengua, nos aviva el hielo, nos funde la razón en un fuego interminable. Explotamos, de eso se trata.

El reloj da una hora que no nos importa, la arena ya abandona el vidrio superior.

La noche se enciende en mil luces atravesadas en el cerebro.

Ella ladra, él se esconde más entre su piel, ella abre más las telas a un sabor novedoso. Él se agota.

Nos pintamos en negro, de plata, por almendras, de blanco, con gloria, de latidos, nos pintamos de nada.

Al fin, en una hora en la que aguardan las auroras, nos morimos en un sueño profundo.


Y, seducidos por el olvido, renacemos otra vez en la tela virgen de un amante que ni nos extraña, ya no nos busca, tampoco guarda aromas para masticar.


Paz (Argentina, Pcia. de Buenos Aires, Morón)





Comments


bottom of page