Insistir demasiado en sí mismo es gastar sin sensatez la sustancia del mundo y abusar de la luz y sus reflejos, del prorrateo abierto del mirar, del reparto de los colores y también del corazón de las tinieblas. Tal vez fuera preciso moderar, recortar el existir y retener la prepotencia de ser uno. Y que eso nos permitiese morir menos o simplemente no quedarnos sin fondo, como patéticos odres que no supieron contener su vino. Insistir demasiado en sí mismo es trastocar las figuras visibles y embadurnar las invisibles con el menguado alquitrán de nuestra furia. Es preciso insistir en otra parte, por ejemplo allí donde las líneas retroceden y las manos se enguantan para evitar el tacto sin regreso. O allá, por lo menos, donde sentimos cómo se desgastan la piel tenaz del pensamiento, las secreciones de todos los amores y las suelas metafísicas de nuestros últimos zapatos. Si. Es preciso insistir en otra parte.
Juarroz (Argentina, Pcia. de Buenos Aires,Cnel. Dorrego,1925-Pcia. de Buenos Aires, Temperley, 1995)
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