Te sumás a la ronda
Oíd mortales el sonido contante
del dólar que asciende hacia el cielo
Treinta treinta y cinco cuarenta
Otra vez sos esa que venía del barro
y ahora se sumerge de nuevo
La siguiente La próxima
¿No era esta la ley de los mortales?
Que nos trague la madre lujuriosa y letal
volver a la colmena cromosómica
des-existir
y dejar de contar cuarenta cuarenta y dos
cincuenta de los nuestros
por cada uno del tropel de dólares lujuriosos letales
que nos prometen siempre
dólares y yuans y sus primos
prestigio
poder
tiempo libre
tiempo realmente libre
autos de colección cuatrocientos pares de zapatos
sobre el reloj diamantes
la persona misteriosa y deseable que todo el mundo quiere
¿Tan fácil nos atrapan?
¿Es que hay que sospechar de nuestro propio instinto
que sin cesar desea?
¿No concebir más teatro de acción que el dólar
el peso
que ellos y nosotros y nuestros valores de mercado que suben
o se hunden en un tubo de ensayo de la muerte?
Sesenta cien doscientos
Qué graciosas estas criaturitas
fichas especímenes
pobres o migrantes o chetos
bang bang bang golpes gripes desnutrición
tráfico de almas Bang bang Ese es el sonido
del orgasmo del dólar
mientras suave la pana del asiento del jet
se desliza por la pierna desnuda de la ley
y hacen fuego bang bang y se sientan en seiscientos sillones
de la Cámaras Altas y Bajas los Honorables Legistas de la Patria
mientras afuera aúllan gentes que se mezclan
en olla peligrosa que hierve oscura y lenta
Vieja madre tierra
Sexy madre tierra
La voluntad del monstruo mitológico
que algunos demagogos
denominan nación
Bang bang Vamos distinguiendo el acento
de quien habla disparando centavos
y nos ciñe con extrañas divisas al mundo
Vos no querías más que una casa en el bosque
vos no querías más que el favor de los extraños
vos no querías más que esa luna que te brilló tan dulce
que hasta le sonreíste en la más animal de tus miserias
Vos no querías más que tu deseo
y de repente mil siete mil doce mil pesos
millones de deseos
y cada vez el dólar aumenta su valor
quebrando nuevos récords de progreso ejemplar
para la Civilización
Su hermosura se vuelve insoportable
diáfana armoniosa Bang bang Te escuchás estallar
de tanto estímulo Bang bang
Caés
pausadamente
narrada por las voces
del dólar
de las Cámaras
de las mentes que sacuden sus brazos y su rabia
afuera del Congreso o cerca de la quinta del caudillo
Cada movimiento
es un soplo en el sueño de los reyes del mundo
¡No son titiriteros sino precisos cómputos
los que nos mantienen maniatados!
Lo que importa son millones
mil quinientos millones
todo aquello que se multiplique
reditúe
redunde
una ganadería salvaje de recursos
personas minerales
cifras acciones dólares de hoy
dólares de mañana
Tu deseo era una criptomoneda del montón
un sofisticado chiste que te hicieron
sin que puedas reírte
¿Cómo puede terminar esto sino en la extinción?
¿Cómo puede terminar algo
sino en el más aterrador de los susurros?
González Hesaynes (Argentina, Provincia de Buenos Aires, Azul,1984)
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