He aquí esta fortaleza en medio del verano
sus constructores la habrían levantado alta,
para una especie a solas, tendiente a la extinción.
Aislada entre los lobos, los ciervos y las liebres
el verde era una nube, el verde era una idea,
perdura en lo observado.
Dese el limo del foso, las sirenas hundidas
han perdido la voz, cantan por señas,
evocan las tribulaciones del mar.
Imaginan en su tapiz al unicornio estático
y al gran dragón de fuego, detenido y rampante
(abruma lo macizo y desespera el aire).
Los heraldos del tiempo lo habían ya anunciado,
todo fluye en una sola dirección.
La vida debería estar en otra parte.
Jaduszliwer (Argentina, Pcia. de Buenos Aires, San Fernando, 1946)
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