Los sábados a la siesta me junto con Patri
salgo de casa y camino
hasta la última calle.
En la mochila, latas
de cerveza y una manta.
Vamos despacio para el campo
hasta la quinta de Leiva,
trepamos el alambrado, desplegamos
la colcha y nos sacamos la ropa,
acostadas, el sol nos cubre
la piel como una sábana
gastada por el uso
lentas, casi dormidas
exprimimos el desierto.
Desparramadas por ahí, las vacas
también en pausa.
Cruzeño ( Argentina, Pcia. de Córdoba,Italó, 1983)
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