Mamá y sus nuevas amigas de la plaza
Ahora es el olvido, una desmembración de las mañanas
las tardes y las noches compartidas como si fuera uno
el transcurrir, círculo indestructible en la memoria.
No era así, mamá. Ahora es el borrón que deja para vos
una felicidad inesperada, sin penas
sin recuerdos de los muertos y los vivos. Pero yo llamo
y nadie atiende, es tu desesperada criatura quien te habla
del otro lado, donde conserva el pensamiento todavía
formas deshechas para alzarse
sobre el efímero tiempo de las cosas
desmoronadas si nadie las recuerda, a la orfandad
desde su hechura condenadas, las cosas
que son la utilería de una vida
incapaz de imaginarse sin su escolta: un florero en la mesa,
adornos de cerámica sobre el bahiú que imita
el roble oscuro, la madera inquebrantable, las cortinas
permanentemente abiertas como párpados
insomnes, un dique siempre ajado para dejar entrar
el aire del jardín donde corren la infancia con la ausencia
una carrera perdida entre las lajas. Ahora es, mamá
la alegría instantánea de una plaza de barrio,
una reunión de amigas que no tienen pasado
ni nombre ni futuro. Como un florecimiento
del espíritu bajo el sol de la siesta,
a los pies de un banquito
donde sentarse a descansar el cuerpo roto
y fijar el presente como lo viera un niño
sin ojos que sancionen, abiertos a la luz
que es desmedida y que solo el deseo
de vivir, que no es vivir
tapa de bruma.
Jiménez España (Argentina, Buenos Aires, 1969)
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