XV
A ese muchacho
yo le escribí un poema
y a ese de allá, y
a ese otro, que ocurrencia
la mía: escribir
como si lo besara, como si
le acariciara el pelo,
las rodillas…
No alcanzaba el amor,
fregarnos
uno contra el otro
bajo las sábanas:
yo le escribía igual.
No eran sus ojos
el motivo de mi
canto, sino la poesía
de sus ojos, y así
con todo lo demás.
El mismo poema
de amor, aunque fueran
distintos sus besos.
Yo me arrimaba
y le escribía
cientos, miles
de poemas. Incluso
cuando no podía
escribir, pensaba
en la poesía de sus
pies, y ahí nomás
revivía. ¿Te das
cuenta, Santiago?
Ay la poesía
de tus manos
cuando me tocan, sin querer.
Bossi (Argentina, Buenos Aires, 1960)
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