Para que la piedra no hable
mi súplica a dios debiera ser
tamizada por el tiempo
así mi lengua casi muerta
sería un poco creíble
¿tocarte y abandonarte?
para que tu flor y tus labios
hagan fiestas a mi nombre
y mi boca estremecida
transforme en besos
nuestro futuro
y sin escucharlas
puedas entender
que mi regalo sean
solo estas palabras
la alegría de lo dicho
al límite de lo dicho:
al llegar con ellas
a tu purísimo lugar
Spreaf (Argentina, Pcia. de Córdoba, 1975)
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