expulsada del Edén
me voy
llevando semillas de manzana
y huevos de víbora
cabizbajo
me sigue el hombre
pasado el tiempo
maduran a mi calor
se ofrecen
abriéndose
en la cosecha
y me hastío
en el vino dorado de la fruta
el deseo del vientre arrastrado en la piedra
la obscena fertilidad de los cuerpos
parto a un nuevo exilio
sola
desnuda
pero tiene mi cuerpo
memoria del veneno y el néctar
el recuerdo vibrante del amor
y de los hijos
lo dejo
también
ahora avanzo
como si fuera la primera en abrirle las puertas
Sueldo Muller (Argentina, Buenos Aires, 1980)
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