Mi padre en el río
Punta Lara. Detrás del castigado
murallón, lejos del centro,
la arena le gana
una pulseada al río. Mi padre,
abstraído en sus pensamientos,
se deja abrazar por el agua,
y con movimientos chaplinescos
esquiva una mancha de petróleo.
Luego se da vuelta,
regresa hacia mí
entre peces muertos,
revoleando la toalla al viento,
el viento que trae el aliento
pesado del río. A lo lejos,
un barco lucha con sus redes.
Nos reímos en la playa desierta.
Hasta un perro flaco
pareciera entender
que entre mi padre, el río y yo
existe un instante
de armonía perfecta.
Raninqueo (Argentina, Pcia. de Buenos Aires, La Plata,1962)
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