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Foto del escritorBRUNCH

MARTÍN MOUREU

¿Con qué se rebuscaban el anteaño

si hoy no existen puestos para todos?

Sin un laburo fijo nuestras vidas

seguían sus rebusques por estancias:

cuando el sol se ponía bien arriba

de la bocha y los sesos calentaba

sabíamos hacer la temporada

en la costa vender churros rellenos

choclos con mayonesa a los turistas.

A la vuelta las viejas esperaban

para la dulce época del higo

preparado en los potes caramelos.

Después venía el tiempo de la leña

asaltaban los montes las partidas

en procura de astillas de eucaliptos

con que alimentar las salamandras

cuyas bocas jamás se satisfacen.

Tras abría la caza de la liebre

al caer la helada por las noches

bravías camionetas rastrillaban

los circuitos rurales y banquinas

y las presas quedaban hechizadas

con los ojos de rojo reventados

al ser interceptadas por las luces

de un par de reflectores. Enseguida

llegaba la estación de la carneada

el campo convidaba sus mejores

frutos: facturas puestas a secar

durante meses duermen enganchadas

a tirantes del techo de un galpón.

Pasado el temporal de Santa Rosa

el césped abundante se venía:

a la siesta se oían los ronquidos

de mil motoguadañas en los parques

que se desperezaban del invierno.

¿Pero adónde migraron todos ellos?

Los principiantes fueron ocupados

en una concesión de pavimento

para asfaltar las rutas hacia polos

de siembra. Por las mismas rutas luego

salieron en extensas caravanas

los equipos de chacra y las cuadrillas

a estrenar la cosecha de pastura

en el Rosario de la Santa Fe.

Algunos no los vimos más los otros

regresaban con una tos extraña

y a la razón cerraban sus oídos

y su disparatada lengua larga

y sus ojos tornaban de color

verdoso y se volvían marañones.

Cuántas gentes cayeron por la peste.

que hizo grandes estragos y trastornos.

si hasta los más intrépidos huyeron.


Moureu (Argentina, Pcia. de Buenos Aires, Ayacucho,1976)




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