A Cristo mi precursor
Cuando la Tierra era
plana como el mapa
de la llanura pampeana
y la historia antigua
descontaba sus años,
los átomos que me componen
andaban dispersos por ahí.
¿No te tocó un chicle bazooka
anunciando mi advenimiento?
Echada la cuenta de los planetas
los entonces y las caras,
en esta anatomía
mis átomos se complicaron.
Que salten las alarmas de los autos,
que los celulares se queden sin señal.
Incontenible. Inalcanzable.
Allá del planisferio y los relojes
y de los espejos, soy el desconocido
que chau a tu pasar.
No vengo a tocar timbre
los domingos a la mañana,
redimirlos de ese odioso dios
es el mandado que tengo.
Levanto los puchos tirados
y le doy una pitada, así
voy siguiéndole el rastro.
Con tal de un probar de ajenos secretos
también supe empinarme su vino divino
y en el fondo si Cristo
le hubiese visto
la cara a cara a Dios,
jamás habría ido a la Cruz.
Desconocido pero inconfundible
soy algo más que el número
de átomos míos. Mi nombre
completa los crucigramas.
No hay mapa que me pueda contener
ni los cronómetros pueden alcanzarme
los espejos no pueden reconocerme
los espejos. Dios está en todas partes
no puede huirme.
Moureu (Argentina, Pcia. de Buenos Aires, Ayacucho,1976)
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