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Cuando sabemos de las cosas que la otra persona amó, de sus recuerdos y cicatrices, ya no somos extranjerxs y unx empieza a aquerenciarse. Los detalles te acercan y echas raicitas como las plantas carnosas. Los detalles son el agua del no querer irse. De querer saber más. Nos hace creer en algún tipo de certidumbre que da risa. Por eso, nosotrxs, Cabeza de mercurio, estamos tan cerca y tan lejos. No tenemos idea del pasado. El nuestro es un pasado presente que se diluye. Así debería tomarse todo en la vida. Quizá, sería lo más parecido a la felicidad.
Laudecina ( Argentina, Pcia. de Mendoza, 1974)
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