Quemar la basura
Sueños plurales (con argumentos
repetidos, reflejados en el delirio) que dejaban
gotear la melancolía en sus imágenes
quietas. Eso fue mi viaje
a través de los años.
Cumplí con todos los requisitos.
Hablé con el hombre envuelto en harapos
que vive debajo del puente. Del que nadie
conoce su nombre y yo sí: Hilario. Su
potencia psíquica modificaba el clima
de acuerdo a su humor. Muchas veces
elegía que lloviera porque le gustaba
ver a los vehículos y a la gente
como a fantasmas para sentirse él
más real que la ciudad.
Crujen las sílabas en la boca de la noche. Reclamos
pesados como la historia de la humanidad. Carteles.
La palidez de una uva, de una cara o de una cabra
apenas verde.
-Con esta pala, voy a hacer un pozo.
-¿Para quemar la basura?
-No, para esconderme y poder pensar.
-Eso es como quemar la basura.
-Por favor, no hables más.
-Está bien.
Herrera (Argentina, Buenos Aires,1966)
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