Pueblo chico Dios de los pecadores que los perdonaste a ellos y no a nosotros los tan sueltos, tan peronistas, las muchachas tan putas, borrachas y tortas. No ha sido suficiente el reino prometido no alcanza con una abuela infernal. Nos comimos las uñas, las ostias, la piel. Desde entonces gritoneo poesía llorando en un espejo gastado porque no me atrevo a verme tan libre y tajada. Se me escapan los buenos besos que busco, después, entre las manchas del agua que salpica la pared o la salsa que gotea en la heladera y me emborracho para jamás saber qué dije. Se arma un silencioso ritual, tironea al cuerpo de los brazos. Hay cosas que nos las metieron en todos lados hay cosas que no entran en lo que escribimos es la ropa de un invierno al otro en la infancia. No quisiera después de tanto esfuerzo por entrar, salir y ver no echarme a querer, no ser puta y peronista.
González (Argentina, Pcia. de Entre Ríos, La Paz)
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