top of page
Buscar
Foto del escritorBRUNCH

LILIANA LUKIN

Carta XVI


mi querida: los hombres nos envidian el penetrante

juego de intimidades sucesivas: los ensordece

el murmullo de palomas que cambiamos

insomnes y ligeras por sobre toda obligación


envidian la obscenidad de nuestros juegos

contar y llorar como hijas de la misma madre

(que hubiéramos compartido los baños y las camas)

o como madres a punto de parir (casi desnudas

y hablando de un dolor parecido)


los hombres es sabido nos envidian

el impenetrable clima de las risas oblicuas

(como de amiguitas a la siesta en el zaguán)

y esa falta de vergüenza al mostrarnos las llagas

o hacerse vestir o acariciar el alma una por otra


ellos no saben cómo hacer para podernos

distraer de nosotras llamarnos la atención

es su pasión y su calvario: tan fuertes

somos en nuestro pacto el motivo de su deseo


desesperan de nosotras pobrecitos

y amados como el otro de nosotras sospechan:

la insuficiencia de ese modo de amar


ellos quisieran ser una más y nos envidian

lo impenetrable (el resto de adolescente que se deja

tocar sin perder nada) ese poder de ubicuidad

que nos concilia con el infierno en un salón del paraíso


en esta lucha por el amor de cada día

ellos no saben de nuestra necesidad y nos envidian

y aunque les juremos que nos son imprescindibles

sabrán que en esa frase hay una trampa:


ser el otro de nosotras es poca cosa

y ellos siempre querrán ser una más


Lukin (Argentina, Buenos Aires, 1951)



Comentarios


bottom of page