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Habrías cruzado la galaxia para venir a verme.
Suplicaste.
Buscabas en mi sexo
las semillas que te dieron origen.
¿Por qué iba a devolvértelas?
En vez de eso
dejé que te durmieras sobre un vidrio opaco.
Yo velaba
igual que un puma sobre una gacela muerta.
Metí la mano al río de tus sueños.
Cada sensación volcada al libro.
¿Lo leíste?
¿Cruzó por tu mirada un signo de interrogación?
No había secreto que pudieras guardarme.
Al despertar, hablabas una lengua extranjera.
Rocha (Argentina, Pcia. de Buenos Aires, Trenque Lauquen, 1959)
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