Iluminación en Villa Caraza
No dormía, solo me despertaba a cada rato y veía, vi a mis padres, a mis abuelos, a todos de la mano mirándome fijo, pero a lo lejos vi a mis ancestros más lejanos con flores negras en las manos, como si cumplieran un ritual ajeno pero demasiado familiar que yo desconocía pero era cotidiano. Vi una proyección en el cielo de halcones que lanzaban artefactos sobre la tierra y las casas vecinas ardían arrasadas en un fuego amarillo de pronto verde, y la gente pidiendo implorando esos colores a los gritos, pero después quejándose cuando ya ardían en el flash del pasado. Vi un mundo fosforescente iluminarlo todo como en el flash que se metía en el pozo oscuro de la historia, se prendía y apagaba hasta salir y rociar los ojos inyectados de los que pasaban. Vi a las tierras del interior levantarse con motopalas y a niños refugiados con estrías en los brazos quejarse de su herencia malforme, exigir la vuelta de su país con pancartas ya sin colores ni clientelas.
Axat (Argentina, Pcia. de Buenos Aires, La Plata, 1976)
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