Los poemas escritos en
estado de frialdad tienen
una ventaja: están escritos
en estado de frialdad. El odio
del vecino no entra ahí, ni el vecino
atado a su odio y
se puede alabar las bellezas del paisaje.
Alabar es una palabra rara, lleva
del ala al bar donde
el estaño está mudo.
Los poemas sin sangre
tienen una ventaja:
no tienen sangre, ni
sacudones mortales o inmortales, ni
la imperfección, la suciedad
de todos. Eso cae y nada
perturba la tierra.
A los poetas que practican esa visión y
sin duda escriben hermosos poemas,
habría que levantarles una estatua
ciega que no se vea.
Es bello su no estar.
Todo está bien afuera
de todo lo que está mal, intocado y
lejos de la escritura, lejos,
en un canto bajito.
Gelman ( Argentina, Buenos Aires, 1930-2014)
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