Conserven para siempre esa esquina
en la penumbra en donde me siento
cuando la Hora Verde se desliza
como una orgullosa danza del Tiempo.
Porque ya no me encuentro en la ciudad
donde los sombreros galopan
sobre la castrada Muerte Blanca,
con sus espuelas oxidadas de sangre.
Esa hambrienta ciudad, una horda de enanos,
corriendo, acuchillando grasa de ballena.
Hambre, plaga y carnicería.
Su sangre está en mí, su avidez en mis olas.
Arabia (Argentina, Buenos Aires, 1983)
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