poema a mi niña sin nacer
yo sé que te buscas
que pateas furiosa en la nada
que te revuelves en mis células
y me llevas a tu madre
a la dura tarea de darse con el otro
sin matarse
que me sabes ridículo
y me perdonas los días disipados
bien sé que me odias con todo el amor
que yo no puedo
que me clavarías un cuchillo en la garganta
para atravesarme todo tu dolor nonato
tus ganas de chillar por un muñeco
por el miedo
o la fiebre
escúchame
pequeña mía
aquí comparto el sol con asesinos
desmenuzo un pan de angustia
para los pájaros que prefieren mis ojos
me doy con una mano fácil
de herir
o de tomar
escúchame
entre todos los soles
hay uno que es nuestro
y tiembla como un fósforo en la tormenta
admiro y repugno toda la ternura
de que soy capaz
sólo por verte
todo el coraje
del que soy capaz
al arrancarte de mi sangre
y de otra sangre
la vida no te necesita
pequeña mía
quién sabe cuántos caracoles
pisarás
por distraída
qué animal puede caer bajo tu furia de niña
cuántos corazones podrás romper porque eres terca
y te pareces a mí
nadie te necesita aquí
sólo tú misma
tu sombra que te espera bajo el sol
tu deseo de estar descubriendo si es cierto
el esplendor de cada cosa
yo no te necesito aquí
ya tengo mi muerte
para que vengas a desconsolarme
todavía
mi hermosa
olvídate
de atravesar el desquiciante aroma de los duraznos
la niñez
los muslos que arden
lo triste de amar
olvídate
pero
insiste
trepa a los órganos del día
a sus brazos de sol
a sus pupilas exasperadas por tanta existencia
a las tripas donde la muerte
da su olor
insiste
insiste
y llega
y mátame y vive
finalmente
Andrade (Argentina, Pcia. de Buenos Aires, La Plata,1974)
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