Un poeta griego huye de Londres
Como a los ingleses, me gustaban los viejos perfumes, los empapelados y la ropa usada, pero mi jardín interior decadente se deshojó cuando las escuadras clavaron sus bombas en los barrios obreros o en Holland Park. Desde las colinas vi la niebla oscura pegada a las ondas del Támesis, a los canales y a los setos. Me dije: ¿cómo la especie logra ensamblar la pesadilla en lo concreto? ¿Cómo es que ama las trompas de los bombarderos, las bombas, lo mismo que la cereza material, la pelambre del ganado caprino, la canaleta oxidada, el musgo de la Navidad.
Aulicino (Argentina, Buenos Aires, 1949)
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