Habito una casa donde el silencio
es una hiedra que cubre los muros.
Como si nada, las palabras y los sonidos
van y vienen por las hendiduras
de las habitaciones clausuradas:
hacen el amor, bailan, escriben poemas.
En esta casa los vivos se reúnen
con los muertos
y conversan sobre sus costumbres
y fracasos.
En esta casa,
rotas están la fe y la música,
el destino y cada sueño.
Sólo puedo ver trozos
de paisajes, labios que se mueven,
gritos que se confunden
con las caras.
La noche se quedó a vivir
entre las paredes.
Sordo, sólo puedo dirigir
la orquesta de los ángeles.
Me pregunto si oír
es artimaña y armadura,
en esta casa donde el silencio
es el hermano menor de la muerte.
Jaeggui (Argentina, Pcia. de Córdoba, Villa General Belgrano, 1953)
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