Adriana
Tengo los resultados
del test que me enviaste
desde el más allá.
Lo que surge es
decepcionante y previsible:
que no me da la voz,
no me da el cuerpo.
Todo ocurrió tal como
lo habías anunciado
pero ¿qué fue lo que dijiste?
El cáncer nos carcome el cerebro,
frustra nuestros saltitos
y no alcanzamos a entender.
Dijiste “hasta lo bello y lo brillante muere”.
Hago de la excepción ley general:
muere aquello que amamos, siempre.
Ahora regresas, incómoda
en este nuevo personaje
que expresa inquietud vaga
por lo prosaico y su insaciable avance.
Vale decir: fue mi único logro hasta el momento
escribir tu nombre repetido: Adriana.
Adriana, Adriana.
¿Cuánta sustancia tolerarán
los renglones vacíos?
Es una magia endeble,
incapaz de retenerte.
Aquí, donde debía cantar una alabanza
sólo agradezco el haberte conocido,
tu dedo señalando mis errores,
el modo a menudo intolerable
en que me obligabas a ser mejor.
Habíamos jurado amistad eterna
aunque quizás debamos conformarnos:
estos borrones han de valer por
- rota, fugitiva, luminosa -
toda nuestra prematura eternidad.
Lewin (Argentina, Buenos Aires,1955)
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