Eso que ves ahí es el infinito martes, es la inmensa tierra baldía, es, otra vez, 16 de junio. Es Jorge Luis que sigue ahí. Es la duración del 16 de junio. A la vez la palabra duración. Y la inexistencia de la palabra verdadera. Viene de la mano de Jorge Luis ahora la inexistencia. Esteban y Leopoldo están pensando en Molly. Molly es un retrato de Beatriz en la calle Garay. Piensa en la palabra retrato. Hay un misterio en la palabra. Nada no ha sido, desde entonces, sino la extensión magnífica de este misterio. Martes. Son casi ocho horas de estar jugando aquí. Siglos de estar pensando en estas horas. Estás vos y vos sucediendo entre las piedras. Pronto Jorge Luis dirá Spinoza, y dirá que la piedra persevera en Dios, y Dios persevera en su ser; dirá que llueve en los bancos de las plazas. Esto es el banco desde el cual hemos visto la retórica: el universo. Aquello, además, se parece a una montaña. Y pasa Jorge Luis por la montaña; también Leopoldo pasa. Todos somos Leopoldo y Jorge Luis en esta página. Esteban habla en una biblioteca. Así nos han sucedido los hechos. Ahora infinitamente llueve en los trozos de esta sucesión. En las 44 formas en que alguno aquí asume las roturas de agua que caen contra un patio de baldosas. Yo he cometido el mismo error: haber creído que un día dejará de ser martes. Haber creído que aquellas baldosas no son la extensión del 16 de junio. Leopoldo pasa por el patio mientras escribo 16; aquí persevera el sueño de la palabra duración. Sigo en esta página. Todos seguimos en esta página. Alguien puede estar pensando en vos.
Pantoja (Argentina, Pcia. de Córdoba, 1979)
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