DE repente aparece Marta. Por Marta hay
continuidad de ciertos hechos que no hubieran
debido tener sentido que continuasen, no en
la novela; ese hecho por ejemplo en que un tal
Scott imagina en su cabeza tres formas temporales
de Scott donde uno de ellos se le acerca a su casa, pisa
una vereda roja llena de sombras y le entrega flores.
En una de las flores, pronto, se asoma una abeja.
Scott entonces pone en una jarra con agua las flores y
ve la pequeña sombra de la abeja en uno de los pétalos
y piensa: si el pensamiento tuviese un ingenioso
concepto sobre dios no necesitaríamos dios, tampoco
iglesias; solo seríamos como Marta que baila
desenfrenada en el patio de baldosas, entre vestidos
floreados. Las flores de los vestidos de Marta se parecen
a las flores que los tres Scott acercaron a Scott.
Marta, por otra parte, baila mientras en el patio llueve
y el cemento se moja y Marta se refleja y se moja y
Marta se refleja en tres Martas y Marta es así la lluvia,
toda la lluvia del mundo que se estira de paso, como un
pensamiento ingenioso, hasta la vereda roja.
Pantoja (Argentina, Pcia. de Córdoba, 1979)
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