II
Me he descubierto en mi propio corazón,
tratando de envenenarme en las vastedades de las aguas.
la serpiente era la principal belleza dominante entre los
colores de mi sangre.
La serpiente que ardía en el final de la
frescura de mi memoria,
y copulaba con el tigre que salía intacto
de entre los juncos de oro.
Después de todo esto,
¿comprenderéis que no pueda decretar,
definitivamente,
ninguna Poética?
Madariaga (Argentina, Pcia. de Corrientes, Concepción, 1927 - 2000)
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