Yo, que no me parecía a nadie
ahora soy igual a todos.
Y no es porque crea en Dios,
ni porque Dios crea en mí,
(es que siempre nos juntamos,
silenciosos, por ahí).
Yo bajo una escalera,
mientras vos siempre subís,
con pisos tapizados de serpiente
e incluso aire acondicionado…
Perdón, estoy trabado,
y no sé, cómo seguír,
es que cuando vos te vas
yo siempre me quedo solo…
Mi vida! Y mi barrio!
Mi buey siempre acostado
de costado.
Enséñame una flor
que haya nacido porque sí
al borde de un empedrado,
viejo y pulcro, mal gastado.
Mi lucha! Y la tuya!
Somos tantos los que estamos
esperando por tu amor!
Señor danos tu luz
en la penumbra.
La fuerza del viento,
tu pelo de algas.
Garamona (Argentina, Buenos Aires, 1976)
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