[Un niño grita y canta entre las mesas...]
Un niño grita y canta entre las mesas.
Su cara como la roca: dura, fría, cansada.
No le importan las reglas de convivencia rotas, ni lo que está perdiendo con esa falta de certidumbre.
Necesita silencio. Ese silencio que no es la falta de ruido sino un estado de serenidad atemporal, sin ninguna cualidad emocionalmente positiva.
Un momento que dure para siempre, donde todo esté presente menos él mismo.
Campos (Argentina, Buenos Aires, 1982)
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