El zorro
Me dijo andá a la sombra, dormí
tranquila, pero dejó dos ojos
que me picaban sobre la piel
hasta en los sueños.
Sobre las zarzas y los espinos,
por las orugas y las arañas,
era una lana mal tejida.
Esa fue la siesta de las uvas.
Vigilaba la sed y el hambre
en puntas de pie entre las parras.
González Capria (Argentina, Buenos, Aires, 1983)
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