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Foto del escritorBRUNCH

ELENA ANNÍBALI

ahora me doy cuenta...


no, no soy tu amiga, no

te confundas, si alguna vez

me viste y te sonreí

si coincidimos y palmeé

tu brazo, sólo por

reconfortarte en la desesperación

porque en la desesperación

no se abandona a nadie,

si comí a tu lado, o te vi

beber, o hablar mal de otros

y me reí, no para abrir

mi corazón a amargos como yo

sino para acompañarte

en la mueca insoportable,

si me reí con vos de otros

te digo, no importa, deberías

a estas alturas, saber,

que si te sentaste a mi mesa

y me viste a los ojos, y mirándote

yo también te conté

mis penas, nada de eso,

sabrás, tiene importancia,

porque estar apenada estoy

muchos días al año, como

fuera de mí, como si mirara

un paisaje que no es mío,

o lejano paisaje, nebuloso,

de manera que tu rostro, tus manos,

esos ojos de pensar que ponés, a veces,

cuando te creés grande,

imponente, al contar tu anécdota,

no son, para mí, nada más

que una piel, un colgajo,

una máscara con nombre

y alguna presunta virtud

que todavía no encontré, no

no soy tu amiga, creo

que estamos condenados

a esta vigilia en que

un mismo pájaro negro

nos picotea los ojos

detrás de un vidrio, que

te veo o me ves, en el campo,

haciendo señas con un trapo

rojo, mirando los aviones

pasar rasantes, comiendo

cenizas en un lugar

donde tu sangre bien

podría ser mi sangre,

pero no

te confundas, no,

no soy tu amiga


Anníbali (Argentina, Córdoba, Oncativo, 1978)



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