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Foto del escritorBRUNCH

ELENA ANNÍBALI

tuve rabia y no pude dormir

tuve tristeza y no pude dormir

ni fumar, ni hablar entre dientes

pero el monte, esa noche, vino a mí

como un lagarto negro

me habló con su lengua de pájaros y neblina

me dijo: levantá tu corazón y andate

me dijo: levantá tu casa y andate

me dijo: levantá tu hijo, tus perros domésticos

tus papeles y andate

no te quiere el pez, ché, el río se pone sucio, vienen

las lluvias y la flor se pudre, la naranja se pone

amarga, el sirirí se esconde como si viera

al zorro que lo come

lo único que queda, el crespín, triste como vos, ché

triste cantando para vos

y yo le dije que había una ceniza espesa trabándome la sangre

ceniza de muertos, le dije, que no podía

caminar, andar, trocar el dolor en marcha

la rabia en marcha

le dije no, andate vos, lagarto negro, hermano

monte mío, le dije, y miré y vi

mi lengua hablando a quién

mis ojos mirando qué

mis pies sobre cuál tierra, cuál lugar

no estaba yo o nada estaba

apareció, entonces, una codorniz pequeñita y suave

un ave de ojos negros y mística, un ángel ave

se acurrucó a mis pies, me dictó los salmos de reconciliación

y mi corazón seco como un palo, empezó a echar flores de durazno

grandes flores de durazno y azahar rompían mis costillas

y yo verdecía, y ah!... me elevaba, pues, frutalmente,

yo tocaba al mismísimo señor de los montes y de los cielos

me tocó con sus manos de mamita el ave de fuego

cantando volví a mi casa, cantando

levanté los árboles talados, aparté las hierbas malas

di pan a mi hijo a quien ya le asomaban dientes, di

agua buena, clara

monte suspiró, una electrizante bandada de pájaros

me saludaba

la hondura de la mañana era todo gloria y regocijo


Anníbali (Argentina, Córdoba, Oncativo, 1978)



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