Kantiana
Afortunado el poeta
que ve cruzar el río de la vida
bajo sus pies descalzos
y no atina a mojar
ni una uña siquiera
en los espejismos que traduce
y no llora
al ver pasar el cadáver de su madre
braceando inútilmente
en las simpatías del agua
y no ríe
con la locura de sus hijos
esos guijarros de intensa claridad
y desmonta la risa en sus venenos
y retroalimenta el llanto en un milagro
para finalmente almorzar solo
clavarse un vino
y hundir el cuerpo en su estrella para siempre.
Espósito (Argentina, Buenos Aires,1956)
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