Nadie responderá el teléfono, nadie tampoco va a llamar. Somos personas desperdigadas, material que dejó la guerra. Y sobre nosotros torres de alta tensión, kilómetros que nos separan de nuestros parientes. ¿Oíste el último estallido? ¿Viste el ganado desvanecerse entre la niebla? El agua ya no apacigua, el dinero vale menos que una pizca, y la voluntad se pudrió en el último diluvio. Dios sabe de castigos, y es un energúmeno; una bestia que vive en un cielo más alto de lo que creíamos. Por eso, hermano, vos que huís de la tierra que habitaste, retomá tu arado y salí a caminar, en las rutas te esperan los baches y los bueyes.
Brando (Argentina, Pcia. de Córdoba, Leones, 1987)
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